Entrada al festival, al mejor estilo Woodstock. |
“En un rincón de las sierras,
donde arden las estrellas”…empieza uno de los temas íconos de La Renga, Veneno.
Una frase que se adecua exactamente para la ocasión, no solo por el lugar, sino
por la ocasión especial.
En el año 2009, la banda de
Mataderos cumplió 20 años y se queso dar el gusto de celebrarlo a lo grande. El
lugar elegido fue el Aeródromo de Santa María de Punilla, una pequeña localidad
cordobesa ubicada a 45 kilómetros de la capital provincial. La fecha, el 24 de
enero. Y como no es un grupo que le guste formar parte de festivales, decidió
hacer el suyo propio: el Festival de la Huella Invisible. Sin sponsors, sin
marcas y sin ningún tipo de fin comercial. Solo cedió parte de la organización
y la logística a la productora local de rock Nueva Tribu.
Con una escenografía natural
imponente, el festival convocó poco más de veinte mil personas, según cifras
oficiales, aunque algunos medios aseguraban la presencia de treinta y cinco mil
personas. Desde las primeras horas de la mañana, el pequeño pueblo se vio
invadido por la llegada masiva del público renguero, que alentado por la estación
de verano y las lindas temperaturas, no desaprovechó el río que atraviesa el
pueblo y pudo refrescarse en las horas en que el calor comenzó a golpear.
Acompañando a la escenografía
natural rodeada de montañas verdes, el grupo no quiso ser menos e instaló tres
escenarios (uno al lado del otro) con un central de mayor tamaño en medio. Poco
más de las seis de la tarde, Lovorne, el grupo de Luciano Napolitano, abrió el
festival, todavía al rayo del sol. Después llegó el turno de Edelmiro Molinari,
ex integrante de Color Humano, una de las bandas favoritas del Chizzo, quien comenzó
su repertorio con un tema de Pappo, A dónde está la libertad, y que contó con
la presencia del ex Divididos, Jorge Araujo.
Los tres escenarios montados entre las montañas. |
Con una sincronización asombrosa,
los cambios de escenario le daban al festival un vértigo adecuado. Continuó el
grupo Mad con una cuota de rock pesado y algunas versiones de AC/DC, más tarde
Koma, la banda española, y más tarde los Violadores ofrecieron un repertorio que
incluyó los conocidos Represión y Violadores de la ley, con una versión de Clandestino,
de Manu Chao.
Chizzo bajo las luces. |
Continuando con la variedad de
bandas, luego llegó el turno de Los Gardelitos, que la gente acompañó con un “"Korneta
no se murió, Korneta no se murió, está tocando con Pappo, la puta madre que lo
parió", en referencia al fallecido vocalista de la banda. Después le tocó
el turno a otra banda extranjera, aunque cada vez más argenta: El Tri de México.
Con el particular carisma de Alex Lora, su cantante y guitarrista, la gente se
encendió al oír la versión original de Triste canción de amor, tema
reversionado por La Renga en el disco A donde me lleva la vida (1994). Además,
el grupo presentó un blues llamado Víctimas inocentes de Cromañón, haciendo
referencia a la tragedia del 30 de diciembre de 2004.
Después de una larga espera, llegó
el turno del show central. Chizzo, Tete, Tanque y Manu Varela, subieron al
escenario y demostraron porque en 20 años se convirtieron en un ícono del rock
nacional y en la banda más convocante del país. "Si la montaña no viene a
nosotros, nosotros venimos para acá", fue la frase del Chizzo en medio del
recital. Con un show cargado de emoción y de potencia, La Renga dejó el
escenario después de poco más de dos horas de power rock.
Los mismos de siempre, presentes en el aniversario. |
Antes de bajar, el frontman
anunció que la noche sería larga, para que nadie se moviera del predio. Viticus
fue el grupo encargado de bajar los decibeles, donde un rato después se sumó el
Chizzo, sólo como cantante, y con un vaso de fernet en la mano. A las tres y
media de la mañana comenzó un extenso homenaje a Pappo en forma de zapada, y
allí subieron el hijo del Carpo, Luciano Napolitano, algunos integrantes de El
Tri, Locura Dilelio, guitarrista de los comienzos de La Renga, y algunos amigos
más.
La zapada pintaba interminable,
pero una repentina tormenta puso fin al raid rocanrolero de casi diez horas. De
todas formas, la banda y sus seguidores, se dieron el gusto. Llegaron donde
quizás nunca imaginaron que llegarían y lo quisieron festejar a lo grande:
rodeados de amigos y acompañados por los mismos de siempre.
Correcciones:
ResponderEliminarBuen posteo de la sección.
Hay que mejorar el cierre.
Releer siempre, para evitar repeticiones y errores.